Entonces,
cuando los techos
y paredes
y carteles del barrio
estaban amarillos y secos,
y la gente adentro de las casas,
como sin sangre
por la falta de movimiento,
por el aire estancado como en un frasco
porque no aleteaban ni las moscas,
llegó
el mecánico,
y sacó de la caja naranja
el martillo
para enderezar las chapas
y el primer golpe
sonó como lo más esperado,
como un rayo en una siesta densa
Y le siguieron otros
iguales de intensos,
firmes
e insistentes
la gente, las paredes,
los techos
se quedaron quietos
dejando que sucedan las cosas,
que el martillo golpeara
y golpeara
emitiedo ondas por el aire
pronto la tierra
empezó a
mostrar grietas,
que fueron ramificándose por
las paredes y vigas
los clavos y tornillos se saltaban
y caían,
se abrían las puertas de los gallineros,
y jaulas de los pajarracos
y los martillazos seguían
rítmicos
y su profundidad y resonancia
hacían creer que se estaba en un pozo
las paredes y techos
comenzaban a caer,
pero no se veía que alguien saliera afuera,
ni se oían gritos ni quejas
sólo se escuchaban los golpes,
y el chillar de los pajarracos,
acompañados de ruidos de caída y rotura
las calles se llenaban de carteles y columnas
que caían
los focos de luz se salían de los postes
y se hacían trizas
de a poco
el barrio fue convirtiéndose
en un rejunte de escombros,
bichos y cables
que parecían tambalearse
de un lado al otro
ya comenzaba a atardecer
los martillazos, firmes
ya todo era una masa
informe y multicolor
Los bichos se habían cansado de gritar,
se escuchaba algún gemido de vez en cuando
de la gente, nada
No se veía ni se sabía nada
el martillo siguió,
mientras anochecía
y todo era como tragado por una nube
de mosquitos
salió la luna
Y supo dar matices
y sombras
al nuevo paisaje
el cielo estaba casi todo
despejado
y era una bóveda negro azulada
todo tenía una resonancia universal
ahora
Parecía que la finalidad
de la invención del mundo
fuera la de ser
una gran cueva rítmica
y así se estuvo
en aquel lugar.
Pasaron las horas
Hasta el alba...
Cuando una gran bandada de pájaros
surcaba el cielo,
no se escuchó un golpe más
y fue así, sin aviso,
ni adornos
Terminó el martilleo
Fue como una muerte.
Una oscuridad absorvedora.
O simplemente nada.
y quedaba
el comienzo de un nuevo día,
una nueva forma,
o quién sabe...
de la gente nunca se supo
Y del mecánico con su martillo, tampoco
1 comentario:
Genial
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