martes, 9 de marzo de 2010

la poesía regalada

/tenías un sol
en cada hombro.../

Borracho y blanco
me mirabas,
mientras desparramabas
tus edades y tristezas
en esa casa
(esa casa que nos
une y nos separa)

Ahí yo te regalaba poesía. La amasaba.
Y te la daba.

Para que le untaras
el jugo de tus ojos
y le pusieras
arena de tu pelo...

Hay una poesía eterna,
una poesía que nunca se termina,
flota en el tanque
de este lado,
adorando tu sol amarillento,
desnudando su vigilia poderosa,
comiendo, quemándose
por dentro

Es la poesía
eterna y regalada
Nace y muere
sólo en el intento
de hacerte saber
que mis ojos te sostienen
desde esta estrella,
siempre de lejos

avanza la mugre

alimentada por siglos
con los carbohidratos que da un Señor,
ahora veo chorrear hacia afuera
sangre testaruda y saltarina

los ojos que no comprenden
se manchan de rojo oscuro
mientras ven a la suciedad
desplegar su sábana aquí y allá

porque por fin avanza la mugre,
abro mis labios para festejarla!!

y todas las cosas comienzan a ser
del mismo material
que el cuerpo de los muertos

La noche se queda quieta.
No transcurre.
Para que nunca más
pueda llegar el día.

las estrellas

soñadoras
son las estrellas.
Vibran con sus sueños.
Y brillan como ojos anhelantes.

los ríos

me ahogo en este frío,
en esta noche invitadora.
El viento se asoma por la ventana,
y una estrella se acuerda de mí,
allá lejos.

Pasa el río del pensamiento
delante mío. Se desborda a veces.
Y sigue su curso.

Las lágrimas no se asoman. Están nadando
en el gran río interno